Las canciones que se hundieron en el mar atadas a recuerdos
A veces las canciones, se asocian irremediablemente a una imagen, a una foto, a alguien... a una imagen de alguien en una foto. Y durante un tiempo, una canción que te llega, la atas a la persona a la que te has consagrado y la escuchas con devoción religiosa. Y luego las cosas se mueren. Las personas se marchan. Y las canciones se queman y se dejan de escuchar.
Y muchos años después la canción resurge en una radio en internet y exclamas: "¡La hostia!"
Luego tienes dos opciones, la melancólica: sonreir al infinito; o la mía: "¡Amos, no me jodas...quita, quita!"
Supongo que depende de si fue para mejor.
1 comentario:
Dígamelo a mí, que tuve que escuchar A trabajos Forzados unas mil doscientas veces para separarlo de un recuerdo.
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