Remember, remember, the fifth of november...
Remember remember the fifth of November
Gunpowder, treason and plot.
I see no reason why gunpowder, treason
Should ever be forgot...
"Guy Fawkes (York, 13 de abril de 1570 - 31 de enero de 1606) fue un conspirador (La Conspiración de la Pólvora) inglés, hijo de un notario de York, que sirvió en el Ejército Español de los Países Bajos.
Al volver a su país formó parte de una conspiración dirigida por Catesby y Percy, con el objetivo de hacer volar el Parlamento mediante explosivos situados en la base del edificio, y que Fawkes debía hacer explotar cuando los parlamentarios estuviesen reunidos.
Arrestado el 5 de noviembre de 1605, declaró que quería volar el Parlamento para acabar con las persecuciones religiosas. Se negó a denunciar a sus cómplices y fue ejecutado.
Desde entonces, el 5 de noviembre, se rememora en Inglaterra la Bonfire Night (Lanoche de las hogueras) donde se simula que se quema en la hoguera a Guy Fawkes." (Wikipedia)
Al volver a su país formó parte de una conspiración dirigida por Catesby y Percy, con el objetivo de hacer volar el Parlamento mediante explosivos situados en la base del edificio, y que Fawkes debía hacer explotar cuando los parlamentarios estuviesen reunidos.
Arrestado el 5 de noviembre de 1605, declaró que quería volar el Parlamento para acabar con las persecuciones religiosas. Se negó a denunciar a sus cómplices y fue ejecutado.
Desde entonces, el 5 de noviembre, se rememora en Inglaterra la Bonfire Night (Lanoche de las hogueras) donde se simula que se quema en la hoguera a Guy Fawkes." (Wikipedia)
"El descubrimiento a tiempo de la conspiración (5 de noviembre de 1605) impidió el derrocamiento de la dinastía protestante de los Tudor, personificada en Jacobo I de Inglaterra y VI de Escocia, y la entronización de un monarca católico, previsiblemente su hijo el príncipe Carlos, debidamente instruido en los dogmas y los misterios de la iglesia de Roma.
La difunta Isabel I había mostrado una especial ojeriza contra los católicos, a quienes prohibió ir a misa y obligó a asistir a los oficios de la iglesia anglicana. Isabel, excomulgada por el papa en 1570, se había encargado de ejecutar en 1587 –un año antes de la desventura de la Armada Invencible- a la reina de Escocia, alias “Bloody Mary” (“María la sanguinaria”) para alejar la posibilidad de un golpe de estado de los seguidores de la iglesia de Roma. Cuando le sucedió Jacobo I, casado con la reina católica Ana de Dinamarca, se pensó que se suavizarían las leyes anticatólicas. Ocurrió todo lo contrario: se endurecieron.
El 26 de marzo de 1604, Robert Catesby, Thomas Wintour, Jack Wright y Thomas Percy se reunieron secretamente para intentar acabar con la tiranía y la represión anglicanas. Unas semanas después, Catesby invitó a un quinto conjurado, Guy (Guido) Fawkes, a entrevistarse con el condestable de Castilla, Juan de Velasco, que se hallaba en Londres para negociar un tratado de paz con Inglaterra, después de 20 años de guerra entre las dos naciones, que sería firmado en el tratado de Somerset ese mismo año.
La difunta Isabel I había mostrado una especial ojeriza contra los católicos, a quienes prohibió ir a misa y obligó a asistir a los oficios de la iglesia anglicana. Isabel, excomulgada por el papa en 1570, se había encargado de ejecutar en 1587 –un año antes de la desventura de la Armada Invencible- a la reina de Escocia, alias “Bloody Mary” (“María la sanguinaria”) para alejar la posibilidad de un golpe de estado de los seguidores de la iglesia de Roma. Cuando le sucedió Jacobo I, casado con la reina católica Ana de Dinamarca, se pensó que se suavizarían las leyes anticatólicas. Ocurrió todo lo contrario: se endurecieron.
El 26 de marzo de 1604, Robert Catesby, Thomas Wintour, Jack Wright y Thomas Percy se reunieron secretamente para intentar acabar con la tiranía y la represión anglicanas. Unas semanas después, Catesby invitó a un quinto conjurado, Guy (Guido) Fawkes, a entrevistarse con el condestable de Castilla, Juan de Velasco, que se hallaba en Londres para negociar un tratado de paz con Inglaterra, después de 20 años de guerra entre las dos naciones, que sería firmado en el tratado de Somerset ese mismo año.
El plan consistía en colocar unas cargas de pólvora en los sótanos del Parlamento para hacerlas estallar en la próxima ceremonia de apertura. Al año siguiente se unieron al proyecto otros cinco personajes, Thomas Bates, John Grant, Robert Keyes, Robert Wintour y Christopher Wright. Posteriormente, se agregaron Sir Everard Digby, Ambrose Rookwood y Francis Tresham para costear parte de la operación.
Los trece conspiradores alquilaron una dependencia en los sótanos del Parlamento donde poco a poco fueron almacenando 36 barriles de pólvora, aguardando a que el rey abriese oficialmente las puertas del Parlamento a principios de octubre de 1605 para hacerlos estallar. Pero una epidemia de peste obligó a aplazar la ceremonia hasta el 5 de noviembre.
Los trece conspiradores alquilaron una dependencia en los sótanos del Parlamento donde poco a poco fueron almacenando 36 barriles de pólvora, aguardando a que el rey abriese oficialmente las puertas del Parlamento a principios de octubre de 1605 para hacerlos estallar. Pero una epidemia de peste obligó a aplazar la ceremonia hasta el 5 de noviembre.
Diez días antes, un noble católico, William Parker, barón de Monteagle y cuñado de Tresham, recibió una carta anónima en la que se le advertía del peligro que corría al asistir a la ceremonia del rey. Quizás fuera Tresham el autor de la misiva, o acaso Robert Cecil, conde de Salisbury, conocedor desde hacía meses del plan de magnicidio y organizador más que probable, con su equipo de espías e infiltrados, de un contra-complot dirigido a descabezar definitivamente la hidra jesuítico-católica-romana.
El 4 de noviembre, Salisbury dio orden al jefe de seguridad para que registrase el edificio del Parlamento. Allí encontraron a Guy Fawkes ultimando los preparativos para la voladura.
El 4 de noviembre, Salisbury dio orden al jefe de seguridad para que registrase el edificio del Parlamento. Allí encontraron a Guy Fawkes ultimando los preparativos para la voladura.
Los conspiradores, fueron ejecutados “en el mismo lugar que habían planeado demoler”, frente a Westminster, siguiendo la costumbre con los traidores: “Colgándoles del cuello sin dejarles morir, seccionándoles los genitales, echándolos al fuego ante sus propios ojos y, hallándose aún vivos, destripándoles y arrancándoles el corazón antes de decapitarles y despedazarles. Luego se expondrían ante el público las cabezas clavadas en picas y serían arrojados los restantes trozos a los pájaros para su alimento.” Para asistir a las ejecuciones hubo que pagar entradas como a cualquier otro espectáculo de masas.
Aunque el sótano donde se almacenó la pólvora desapareció en el incendio de 1834, desde aquel 5 de noviembre de 1605 la guardia del Parlamento ha seguido registrando el edificio todos los años como preámbulo a la ceremonia de apertura por el monarca –actualmente, la reina Isabel II-, más por conservar la tradición que como precaución, existiendo métodos más modernos para contrarrestar cualquier tipo de atentado.
Las consecuencias del fallido golpe sobre los católicos no se hicieron esperar. Se les prohibió servir como oficiales del ejército o de la armada, se les estigmatizó socialmente y se les privó del derecho al voto, exclusión que se mantuvo hasta bien entrado el siglo XIX.
Hay quien se pregunta qué habría sucedido de haber triunfado la conspiración y muerto el rey Jacobo I. La verdad es que la mayoría de los católicos desconocían el intento de magnicidio, por lo que seguramente no habrían podido reaccionar –si acaso con temor a las represalias-. Es difícil imaginar que los conjurados habrían logrado secuestrar impunemente al príncipe Carlos, sucesor del rey, como estaba previsto o, en un acto de fanatismo, acabar con su vida. (www.etnografo.com)"
Las consecuencias del fallido golpe sobre los católicos no se hicieron esperar. Se les prohibió servir como oficiales del ejército o de la armada, se les estigmatizó socialmente y se les privó del derecho al voto, exclusión que se mantuvo hasta bien entrado el siglo XIX.
Hay quien se pregunta qué habría sucedido de haber triunfado la conspiración y muerto el rey Jacobo I. La verdad es que la mayoría de los católicos desconocían el intento de magnicidio, por lo que seguramente no habrían podido reaccionar –si acaso con temor a las represalias-. Es difícil imaginar que los conjurados habrían logrado secuestrar impunemente al príncipe Carlos, sucesor del rey, como estaba previsto o, en un acto de fanatismo, acabar con su vida. (www.etnografo.com)"
En realidad esta fecha es más especial para mi por cuánto me gustó la película V de Vendetta que se inspira en los hechos arriba citados, pero probablemente mucho más, porque, este año, ya me caen veintisiete.
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